Esta realidad, aunque algunos quieran hacernos creer que está cambiando, no es así. La mujer se queda con los hijos, sin paga del ex-marido, que para ellos ahora es lo más preocupante, dejando así ver su miseria de alma. y de corazón Los hijos, si son de corta edad, necesitan mucho amor, mucho cariño y mucho tiempo. Además necesitan mucha atención, muchos cuidados, cariño y tiempo, cualidades y sentimientos que no se pagan con dinero, pero que también se necesita, y un techo, por supuesto, no van a vivir bajo un puente, que por lo visto eso quisieran algunos progenitores hombres. Por lo que ahora está aflorando de su parte es eso. Lo están viendo bajo su egoísmo y la comodidad en la cual estaban posesionados y apoltronados sus ancestros, y así quisieran seguir.
Callar y huir, este es el triste camino que le queda a la mujer en este chamuscado presente en el cual vive, aunque se empeñen en no querer reconocerlo, todavía es así. Si es que vivir con miedo es vivir. Porque hay miedo, aunque no queramos, la maldad es poderosa y fuerte.
La mujer está hecha de cielo, como dijo el Papa Juan XXIII, todos estamos hechos de Cielo y un día todos nos encontraremos en él. También dijo "no tengáis miedo, la bondad siempre vence". Pero vemos con amargura que no es así. La sociedad es como un tronco viejo podrido por la carcoma de la maldad. La mujer calla y huye. Calla los maltratos y al final de su camino tiene el premio de la muerte. La sociedad es hipócrita y falsa. La mujer es acosada por cualquier jefecillo, de sección de una fábrica o empresa, o asociación. La mujer huye. Se queda sin trabajo, sin compañeros, que creía eran amigos. El mundo es muy grande y encontrará otro trabajo y otros compañeros que sean más nobles.
El problema es el machismo. La mujer no tiene que callar ni tiene que huir. No al maltrato ni físico ni psíquico. Este camino, el de plantar cara, se está haciendo realidad, tiene soluciones satisfactorias.
Aunque todavía hay mujeres que viven su cruz, otras se suicidan o viven sin vivir. Por suerte actualmente hay soluciones para estas injusticias. Ni tradiciones, ni culturas que atrasen ni corten el camino de la sensatez y la verdad. Toda la sociedad hemos de estar de acuerdo y ayudar a que la mujer no se sienta sola, y lo está consiguiendo. No pongáis empeño en poner palos a la rueda que sigue, pues no la podéis parar. Que este escrito no sirva para que estas minorías se crean más importantes de lo que son, pues no es así. No son nada. Absolutamente nada.
Glòria Fandos Gracia
Tortosa (Tarragona)
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