Un anciano, una anciana no deberían morir solos, deberían tener compañía y atenciones en el último tramo de su vida, el más importante, el más decisivo, indefensos ante la fragilidad del tiempo –que sí pasa–, dejando la huella de la soledad, una triste soledad, abandonados por una sociedad injusta que les hace pagar un precio injusto, un castigo a todos los años de su vida que la han dedicado a construir la sociedad, con grandes sacrificios, esfuerzos, que lo han hecho a gusto, por sus seres queridos, y que ahora, sinceramente, la cruda realidad, dolorosa, los dejan tirados... palabra muy dura pero sincera. Para paliar todo este entramado, entuerto, que parece que nadie se da cuenta, sumidos en el más absoluto egoísmo, en sus propios espejismos, en un desierto vacío, donde no van a encontrar nada, Mosén Pere Grau, con su Aldea de Les Planes (Barcelona) lleva a cabo una labor encomiable, maravillosa en pro de sus ancianos que se lo merecen todo. Y la sociedad calla, está muda para oír sus gritos silenciosos, conformados... Une a toda la gente que ama la poesía, y eso significa humanidad, entrega a unos valores, que la mayoría se pasa por el forro. Esa es la satisfacción que tiene pertenecer a una minoría y no seguir el rol mayoritario de los comportamientos de la sociedad, que somos todos, desde lo individual, colectivo, a lo general. Los ancianos de ahora han sido los trabajadores incansables, cumplidores, ni la lluvia, ni el viento, ni la nieve, ni el extremo frío, ni el extremo calor, ni siquiera estando enfermos, si no era de gravedad extrema, dejaban de ir a trabajar, cotizar para que las generaciones venideras tuvieran, gozarán de una jubilación, mísera, todo hay que decirlo, pero jubilación al fin y al cabo, un derecho de toda persona, trabajadora, que se merece como ser humano, para tener una vida mínimamente digna. Muy atrás quedaron la época de los esclavos, o siglos atrás, que la sociedad estaba dividida por estamentos, los que rezaban, los que guerreaban y los que trabajaban, como material humano desechable. Gracias a la lucha de muchas generaciones y muchos siglos hemos podido tener unos derechos, que como humanos nos pertenecen y nos merecemos. Ante el presente tan descorazonador que tenemos, se nos va la Seguridad Social, derecho que ha costado muchísimo esfuerzo conseguir, la atención de servicios sociales, derecho más contemporáneo, solo veinte años atrás, este servicio era nulo, y sobre todo el temor a perder las pensiones, que gracias a ellas se mantienen muchas familias en este presente tan desastroso que estamos viviendo y la desconfianza, está a flor de piel, campa a sus anchas, y no son desconfianzas, son realidades que nos amargan día a día, con las noticias de los ladrones de guante blanco, los estafadores, salen por doquier y aquí tenemos el buen hacer de Mosén Pere Grau de Les Planes, una flor entre tanto cardo, una excepción, una esperanza entre tanta ruina humana y corazones vacíos, que con poesía acoge a unos ancianos, dignos, con todo el respeto que se merecen. Una gran labor digna de admiración. Gloria FANDOS |
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